Clásicos:

• FORTRAN (1957): Un pionero que permitió procesar fórmulas algebraicas, un ancestro de lenguajes como Python o R.
• COBOL (1959): Creado para tareas administrativas, su verbosidad contrasta con la simplicidad de lenguajes modernos como Python.
• BASIC (1964): Introdujo la programación a millones, pero sus limitaciones se ven eclipsadas por el poderío de Java o C++.
• LISP (1958): Un lenguaje pionero en inteligencia artificial, con una sintaxis peculiar que contrasta con la simplicidad de Python.
• Pascal (1970): Un lenguaje con énfasis en la enseñanza, precursor de lenguajes como Java y C#.
• C (1972): Un lenguaje versátil y eficiente, base de lenguajes como C++ y Java.

Modernos:

• Python: Elegante, limpio y versátil, capaz de abordar casi cualquier proyecto, desde análisis de datos hasta desarrollo web.
• Java: Inimaginable en los años 60, domina aplicaciones empresariales, móviles y de consumo masivo.
• JavaScript: Accesible y omnipresente, su impacto en la web es innegable.
• C++: Un lenguaje potente y eficiente, utilizado en videojuegos, aplicaciones de escritorio y sistemas embebidos.
• Go (2009): Un lenguaje moderno creado por Google, conocido por su simplicidad y rendimiento.
• Rust (2010): Un lenguaje enfocado en la seguridad y la confiabilidad, ideal para sistemas críticos.

Más allá de los ejemplos:

Lenguajes como Ada, Prolog, Smalltalk, Swift y Kotlin también han dejado su huella en la historia de la programación. Cada uno ha contribuido a la evolución del campo, ofreciendo nuevas características y posibilidades.

Conclusión:

Honremos a los “dinosaurios” que impulsaron la computación, pero abracemos los lenguajes modernos que nos guían hacia territorios insospechados. Un solo bit del pasado encendió un viaje interminable hacia nuevos horizontes. Que la nostalgia no nos detenga: sigamos codificando el mundo del mañana.

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