El futuro de la conectividad global parece estar más cerca de lo que pensamos. Qualcomm y Samsung ya anticipan que la sexta generación de redes móviles (6G) comenzará a tomar forma en 2028, con los primeros dispositivos precomerciales, mientras que el despliegue masivo llegaría hacia 2030.
¿Qué pasa con el 5G?
El anuncio llega en un momento en que la quinta generación todavía no cumplió del todo con las expectativas creadas. En gran parte de Europa y América Latina, el 5G aún no alcanza la latencia ultrabaja prometida, debido a que la mayoría de los despliegues se realizan en bandas medias y bajas (3,5 GHz y 700 MHz). Esto permite mayor cobertura y menor costo, pero limita la velocidad y la capacidad que solo ofrecen las bandas milimétricas (mmWave, 24–100 GHz), cuya implementación requiere inversiones más altas en infraestructura.
El resultado es un 5G que, en muchos países, se percibe más como una evolución del 4G+ que como una revolución tecnológica.
Qualcomm adelanta su visión del 6G
Durante el evento anual Snapdragon Summit, Cristiano Amon, CEO de Qualcomm, afirmó que el 6G será “la red definitiva para la inteligencia artificial”. Según la compañía, el salto no se limitará a ofrecer más velocidad y menor latencia: se trata de diseñar una red inteligente, capaz de percibir, identificar y procesar datos en tiempo real, integrando la nube y el edge computing.
Esta estrategia responde a la expansión de la IA generativa y de los agentes inteligentes, que demandan infraestructuras de conectividad más robustas y distribuidas. En este sentido, el edge —dispositivos capaces de procesar IA de forma local, como smartphones, PCs o gafas inteligentes— se convierte en un punto central. Qualcomm, como fabricante de los chips que lo hacen posible, busca consolidar su liderazgo en este ecosistema.
¿Demasiada prisa hacia el 6G?
El entusiasmo que genera el 6G recuerda a otros momentos de la industria tecnológica, donde los anuncios corporativos y las promesas mediáticas precedieron por años a la adopción real. Un ejemplo cercano es el de los agentes de IA, que prometieron transformar 2025 pero que aún enfrentan limitaciones importantes.
Lo mismo podría ocurrir con el 6G: mientras se habla de capacidades revolucionarias, la experiencia diaria de millones de usuarios sigue condicionada por las falencias de las generaciones anteriores.
Implicancias para gobiernos y políticas públicas
Más allá del marketing, el avance hacia el 6G plantea un desafío estratégico para los Estados. En América Latina, donde aún existen amplias zonas sin cobertura 4G, la discusión no puede limitarse a la innovación tecnológica, sino que debe incluir la inclusión digital.
El desarrollo del 6G requerirá:
- Políticas de espectro claras y previsibles.
- Inversión en infraestructura de conectividad.
- Alianzas público-privadas que permitan acelerar los despliegues sin dejar regiones rezagadas.
La brecha digital no solo afecta la competitividad de los países, sino también la equidad social. Si el 6G se convierte en una red diseñada para la inteligencia artificial y la hiperconectividad, el riesgo es que amplíe aún más las desigualdades entre sectores con acceso a la última tecnología y aquellos que permanecen desconectados.
Conclusión
El 6G promete convertirse en la plataforma que habilite una nueva era digital, donde la inteligencia artificial se integre de forma nativa en la red. Sin embargo, la transición no está libre de desafíos: el rezago del 5G, las inversiones necesarias y las políticas públicas pendientes condicionarán su desarrollo.
La pregunta central no es solo tecnológica, sino también política y social: ¿están los países —y en particular América Latina— preparados para dar este salto sin dejar a millones de personas atrás?
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